Comunícate con tu pequeño mediante masajes

Cómo hacer que mi bebé eructe

Los masajes son como suaves caricias para tu bebé, los cuales transmiten seguridad, afianzan el vínculo emocional y ayudan a desarrollar sus capacidades motoras.

El tacto constituye un lenguaje, con el que podemos transmitir mucho amor a los hijos. Piensa que el recién nacido ha dejado un lugar calientito dentro de ti y ahora necesita de un ambiente reconfortante. Por otro lado, el darles masajes ayuda a los papás a conectarse con él y calmarse cuando lo oyen llorar sin saber la razón.

Beneficios

Mediante el masaje aumenta la relajación del infante, ayuda a su distensión muscular, estimula su circulación sanguínea y linfática, calma ciertos dolores o molestias y contribuye al tránsito intestinal.

En resumen, los masajes estimulan su evolución, preparando su cuerpo para una posición más erguida, alejándose de la postura fetal a la que ha estado acostumbrado, hasta que aprenda a pararse por sí solo.

Cómo hacerlo

Escoge un momento en el que estén relajados, como por ejemplo después de bañarlo. Busca un espacio adecuado, idealmente a solas, con un clima templado, a unos 26 °C.

Las posturas más cómodas para ti implican que dejes tu espalda recta, ya sea:

  • De pie, con el bebé en el mudador
  • Sentada en el suelo, con el bebé sobre una toalla
  • Sentada en una silla, con el bebé en tu regazo

Desnuda al pequeño en el área que vayas a masajear, cuidando que no se enfríe.

Luego, empieza a acariciarlo suavemente, comenzando el masaje lentamente, de a poco para que el bebé se sienta a gusto. A medida que pasen los días, se irá acostumbrando y disfrutará de esta rutina.

El objetivo es completar un masaje que involucre al cuerpo entero durante una media hora. Recuerda que la disposición es muy importante, así que si lo notas enfermo, ansioso o tú lo estás, no te fuerces a hacerlo.

Consejos útiles

Es primordial disfrutar de esta instancia. Al masajear a tu hijito, aprovecha de crear un momento especial, donde le cantes, le hables, le hagas cosquillas o te lo comas a besos.

Los movimientos deben ser naturales, no mecánicos; tus manos deben seguir su curso y amoldarse a las respuestas del bebé.

Sigue estos pasos:

  • Toma aceite de almendra dulce o una leche corporal y frótalas para calentarlas previamente.
  • Convierte el masaje en un juego, en el que te dirijas a tu bebé desde el mismo comienzo de la sesión.
  • Acaricia sus hombros y espalda con la palma de tu mano, en posición extendida. Después recorre su cuerpo con la cara exterior del pulgar, ejerciendo leve presión.
  • Toma al bebé y rota su postura, con mucho cuidado, de modo que puedas seguir con su tórax y vientre.
  • Pasa tus manos por sus extremidades, primero las superiores y luego las inferiores. Levanta sus brazos y piernas, presionándolas y estirándolas cuidadosamente.
  • Posteriormente, pasa a sus manos y pies. Aprieta y estira con el pulgar y el índice sus 20 dedos, uno a uno, lentamente.
  • Finalmente, dibuja pequeños círculos en la parte superior de su cabeza, la frente, la sien, la base de la nariz y, por último, su cuello, con mucha suavidad.

Puede que, con el tiempo, tu hijo se ponga impaciente y no se quede tan quieto como antes. Esto es completamente normal, ya que cercano al año el pequeño comenzará a explorar el mundo y moverse a sus anchas.

No obstante, siempre que esté cansado o tenso, buscará tus manos para disfrutar de un rico masajito de mamá.

 


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