La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica, de base genética, que se presenta en forma de brotes. Lo más característico es el picor intenso, la aparición de lesiones de tipo eccematoso y una sequedad intensa en la piel. No es una enfermedad contagiosa, sino de un tipo de piel especialmente reactiva a diferentes agentes o situaciones a las que se expone el niño o adulto.
¿Cómo sospechar que un niño padece dermatitis atópica?
Los problemas repetidos con inflamación de la piel suelen debutar entre el 2º o 3º mes de vida, casi siempre durante los primeros 5 años. El picor o prurito es el síntoma predominante. Las lesiones de dermatitis atópica aparecen en el rostro (en los bebés más pequeños), en las manos (cuando empiezan a tocar objetos o alimentos), en el pliegue del codo, detrás de las rodillas, tobillos o muñecas o en la parte posterior de la oreja o en el orificio de los pendientes. La piel suele ser seca, agrietada, apareciendo a veces granitos como “la piel de gallina” en brazos y muslos.
¿Cómo evitar los brotes de dermatitis atópica?
Lo más importante es la mantener sana la barrera de la piel utilizando a diario cremas corporales humectantes y relipidizantes. En caso de brote muy inflamado deben utilizarse cremas o pomadas específicas, bajo supervisión médica, ya que suelen tener cortisona o sus derivados en su composición.
Consejo: Utiliza la rutina completa de LIPIKAR especial para pieles atópicas, que consiste en 2 pasos: Partiendo la limpieza con Lipikar Syndet, gel-crema de ducha, seguido del cuidado diario con Lipikar Baume AP+: crema de uso diario que hidrata y protege la piel de tu bebé, a la vez que disminuye la picazón intensa. Además contiene un activo exclusivo de La Roche-Posay (Aqua Posae Filiformis) que espacia los brotes de atopia.