Los bebés son mucho más sensibles al sol y las altas temperaturas, sobre todo si están en unas vacaciones en familia. Po ello, es importante protegerlo del calor, mantenerlo fresco e hidratado.
La temperatura debe ser cerca de los 22°C. Además debe tener en cuenta las variaciones térmicas. Para mantener la temperatura de la habitación fresca conviene abrir las ventanas en la primera hora de la mañana y en la tarde cerca de 15 minutos. Evita que tu hijo esté situado en la zona de corriente, así evitarás un cambio de temperatura drástico.
Los bebés tienen la misma sensación térmica que los adultos, menos los recién nacidos, que no logra regular su temperatura entre dos a tres semanas. Los niños sienten más o menos el mismo calor que los adultos. Para evitar que sude y que la piel tenga irritaciones es conveniente refrescarlo con una esponja húmeda.
Al dormir, viste a tu bebé con ropa de algodón y arroparlo solo con una sábana.
En los días de calor que lo saques de paseo, debes hacerlo en las primeras horas de la mañana o en las última de la tarde cuando no hay tanto calor. Elige un coche o una silla para pasear.
Una de las cosas más importantes es que apliques una loción o aerosoles para ahuyentar a los insectos durante los paseos. Lo importante es que sea una que te recomiende el pediatra, siendo compatible con la piel de tú bebé. No lo apliques ni en las manos y en los pies porque podría chupárselos.
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